2.c) Metafísica y línea del tiempo
La línea del tiempo se corresponde con el concepto subjetivo que hemos visto en primer lugar al hablar de la teoría del tiempo. Es de carácter filosófico, pero intentando situarla en su dimensión real y posibilitar una aproximación de las relaciones con el amor en sentido genérico o universal con el lenguaje de las fórmulas matemáticas.
Nuestro cerebro necesita una referencia para funcionar y no volverse loco, por eso la línea del tiempo propio o personal siempre estará en referencia a una hipotética línea de tiempo plana, recta o correspondiente con el tiempo absoluto, constante u objetivo.
El espacio, el tiempo y el amor son elementos básicos de la vida.
El tiempo es la cuarta dimensión, de naturaleza diferente a las tres espaciales, siendo la que configura el concepto de vida en sentido amplio al añadirse junto al amor a cualquiera de ellas. Estoy perdido y no sé dónde debe significar que se va por buen camino.
Hablando de licencias poéticas, el espacio y el tiempo se podrían ver como conceptos abstractos o mentales y, a su vez, la mente como una construcción del amor o realidad última.
El amor es ese deseo o sentimiento de la vida de viajar juntos en el espacio y el tiempo.
De la Ecuación del Amor se desprende que cuando la distancia en el espacio es cero o el tiempo es infinito el Amor es infinito. Visto al revés, cuando el Amor es infinito la vida es eterna.
Creemos que el amor afecta al tiempo subjetivo y a su línea del tiempo, o, mejor dicho, a su velocidad respecto al tiempo absoluto, o todavía con mayor precisión, a los cambios en su velocidad o aceleración; esto no es nuevo en la historia, ya lo dijo Albert Einstein para explicar su concepto del tiempo relativista.
La diferencia es que parece que lo decía como metáfora y aquí lo pensamos como realidad. ¡No se ve la variable Amor en ninguna de sus ecuaciones! Más que una metáfora su teoría parece una paradoja incierta.
Volviendo a la prosa de la ciencia, el efecto del amor sobre la línea del tiempo propio lo hemos notado todos, incluso los niños, o quizás ellos con mayor intensidad. No son cambios de la percepción del tiempo absoluto u objetivo sino variaciones reales de la línea del tiempo o de la velocidad tiempo propio.
Veamos algunos ejemplos que presentan variaciones subjetivas y reales de la velocidad del tiempo:
Niños.
Los niños están algo acelerados con respecto a los adultos, o lo que es lo mismo, su tiempo va más despacio y su línea del tiempo es más curvada en términos gráficos. En mayor o menor grado todos sentimos que cada vez el tiempo se nos pasa más rápido y, a la vez, nos tomamos todo con más tranquilidad. De niños, en ocasiones, el tiempo se nos hacía casi eterno.
Nos referimos a algo que sentimos pero que no llegamos a comprender con la lógica, porque forma parte de los misterios de la vida, si bien, poco a poco nos vamos acercando con conceptos más precisos.
Deportes.
Jugando al tenis o deportes similares, a veces, parece que el jugador no va a llegar a la pelota, pero, de repente, es como si el tiempo se parase y milagrosamente la persona consigue devolverla.
En este caso, los espectadores también han percibido algo, no saben muy bien el qué, pero cavilan "estaba seguro que no iba a llegar", además no se trata de que no conozcan al jugador, piensan la misma alabanza vez tras vez. La línea del tiempo se curva casi hasta parar el tiempo propio.
Este ejemplo es contrario al mencionado anteriormente, la actividad física no produce una mayor velocidad respecto del tiempo absoluto sino todo lo contrario, es como si el enfoque de la percepción estuviera en una escala diferente.
La explicación por el lado del jugador debe consistir en que mediante el cambio de su tiempo subjetivo consigue una percepción mucho mayor de cada movimiento, tanto de la pelota como de sus propios músculos, lo que hace que el jugador optimice todos ellos de una forma inverosímil para un proceso normal.
Otro elemento es que el cambio en la velocidad del tiempo propio o subjetivo va acompañado de una toma de control de los movimientos por el inconsciente; el consciente del jugador es, por decirlo de alguna manera, como un observador externo de sí mismo con una potencia reducida, puesto que la mayor parte de la misma está siendo utilizada directamente por los mecanismos automáticos.
El cavile de los espectadores se debe a la misma razón de inverosimilitud puesto que para ellos el proceso ha sido normal, ya que no han experimentado la variación del tiempo subjetivo del jugador.
Es decir, el tiempo absoluto siempre es el mismo y es un concepto objetivo puramente convencional.
La figura muestra cómo el tiempo absoluto es el mismo para todos en cada momento y la escala individual es diferente. Es como si el tiempo propio estuviese compuesto por pliegues a lo largo del tiempo objetivo.
Lo que queremos decir es que no es posible estirar o hacer la línea del jugador recta y situarse en el futuro de golpe. Bueno, con las matemáticas se puede conseguir casi todo, como con la filosofía, la historia nos muestra ejemplos variados, pero desde el punto de vista físico no parece correcto.
Se cae un vaso al suelo.
Cuando de repente un vaso se mueve y se empieza a caer al suelo, cambia nuestra concentración, nuestra percepción del mundo exterior, parece que solo existe un objeto moviéndose en el aire, podemos observar cómo se mueve, como si se tratara de una película a cámara lenta, ¡es una preciosidad! Con fortuna, podemos conseguir poner el pie y evitar que se rompa. ¡A esto, no como en el ejemplo siguiente, se le llama amor al vaso!
Se puede decir que nuestro ritmo vital se ha alterado, se ha acelerado la percepción por unidad de tiempo absoluto, el tiempo se ha parado y la línea del tiempo es casi vertical; realmente, aunque no siempre es equivalente, son formas parecidas de decir lo mismo.
Una forma alternativa de explicar lo que ocurre en términos de Física General es imaginarnos que vamos conduciendo un coche a 100 km/h, si queremos fijarnos más en las casas o los árboles a los lados de la calle, lo podemos conseguir yendo más despacio. Es decir, disminuyendo la velocidad (espacio por unidad de tiempo), o aumentando la velocidad del tiempo (tiempo por unidad de espacio), puesto que este último concepto es el inverso de la velocidad normal.